Hay una épica insolente en la derrota,
un fatalismo que
marida a menudo
con la pose
canalla, el malditismo,
la tristeza
fingida del falso perdedor.
Hay un halo que
cubre de misterio al pobre hombre
del foulard
amatista y la mirada ausente,
eterno el
cigarrillo.
Hay cierto
encantamiento en la mujer
ajada por los años
y por la mala vida,
las arrugas
marcadas, la mirada perdida,
eterno el
cigarrillo.
Patrañas.
Cambiarían,
seguro, su derrota
por un solo triunfo…
Una pírrica victoria
en eso que
llamamos vida y puede ser
un partido de fútbol,
una mano de
cartas, un amor
para siempre
o una falsa
alarma
en aquella analítica
rutinaria.
Muy bueno!! Es de los que «dan un puñetazo en el estómago»...Muy crudo, pero muy real. Pero tan bien escrito!!!
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