Tengo que abandonar el espiritualismo,
el simbolismo vacuo y los mundos etéreos
que he ido descubriendo.
Tengo que regresar de la isla de Nunca Jamás
y bajar de las nubes, dejar
huellas profundas en la nieve, en el barro
y que se vean, que se distinga nítido
que por allí pasé, ni mejor ni peor,
pero dejé mi impronta, el rastro
reconocible de que alguien
-quién o qué sea es lo de menos-
anduvo ese camino.
Sostenerme de pie sin mayor pretensión
que saber que hay un suelo debajo
de mí y una ley de gravedad que me sujeta.
Dejar de volar, de soñar, de inventar
paisajes imposibles y castillos
de muros de amapola y torreones de agua.
Aferrarme a la tierra, a la hierba que la cubre
y al gusano que la habita...
como si por fin estuviera ya muerto
y enterrado.
©Santiago Pérez Merlo
Puafffff, qué bueno ,Santiago!!!Pero deja un sabor algo amargo...Así es poesía y más la buena poesía como la tu escribes.
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