La hora de las puertas, la frontera,
el camino (ida y vuelta)
diario hacia la luz
o hacia la sombra
al final o al principio del túnel.
La hora en la que un trueno
y ya no despertaras
y una bomba en Damasco
-algo que habrás leído-
querría ser un trueno.
La hora en la que oyes
soplidos de Gillespie
en la tormenta
y un quejío
gitano
es el llanto de un niño.
La hora en la que todos
los sentidos se aturden
y confundes olores y visiones,
el sonido de un beso
con el sabor amargo
de la piel que no rozaste.
La hora en la que mezclas
lo vivido y lo soñado
con lo que está por soñarse
y por, quizá, vivirse.
La hora en que fantasmas
del pasado regresan
convertidos en sombras
de un futuro
poblado por espectros.
La hora del poema y la vigilia.
Que te voy a decir, que eres genial, original, sensible y un gran talento para la poesía. Me ha encantado. Abrazo, Santiago. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn gran poema!!!inquietante.....de nuevo me has estremecido con tu poesía. Aplausos...
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