Estos almendros que florecen cada año antes
y que han visto marchitarse ya
las primaveras y admiraron
a unas cuantas muchachas en flor (no demasiadas...).
El pozo, ahora tapiado, que conserva
en el recuerdo a un niño que soñaba
sentirse supermán
cuando el cubo alcanzaba el brocal.
Ha desaparecido la tinaja
de agua helada, algún pino
se ha pudrido, el fluido
eléctrico no pierde la tensión
en el primer indicio de tormenta
y los fantasmas de los que murieron
dejaron poco a poco
de aparecerse apartados
-ley de vida, decimos-
por las risas vivas de los últimos en llegar.
Sigue pasando el tiempo, gana comodidades
la casa: ducha, gas, radiadores,
televisor de plasma, cafetera moderna...
Yo recuerdo mi árbol, el que hubo que arrancar
como le arranca el tiempo horas nuevas
a los recuerdos viejos.
Pero llega la noche, contemplas
las estrellas. En el fondo,
nada importante ha cambiado.
©Santiago Pérez Merlo
Magnífico, maravilloso,entrañable, auténtico. Pura poesia, mucho sentimiento.Aplausos, aplausos, aplausos...
ResponderEliminar