Hoy cierro las ventanas que ayer –como quien dice- abría.
Apago tras de mí las luces encendidas
y cierro a mi paso también las puertas
entornadas.
No me gustan las luces mortecinas o
difusas
ni las puertas que no saben si se abren o
se cierran,
que viven a medio camino
entre el dintel y la pared opuesta.
No me entornes las puertas ni los ojos;
no soy aficionado a las medias verdades,
a los gestos misteriosos ni a la falsa
fascinación del velo, de la sombra que
insinúa
y no se muestra.
Si quieres que yo entre, abre de par en
par.
Y cierra –incluso con cerrojo-
si prefieres que me quede fuera.
Luz. Dame toda la luz si piensas que la
tienes.
U oscuridad. Pero oscuridad completa.
No pasa nada… No es peligroso elegir
uno o el otro lado de la puerta.
uno o el otro lado de la puerta.
Fantástico...!
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