Siempre me han gustado altas,
macizas y robustas,
que uno pueda apoyarse en su regazo
sin clavarse nada.
Reconozco en las delgadas
la belleza de sus formas
y lo bien que le caen algunas telas
o lo mucho que adornan en la cama...
Pero no dejan de ser precisamente un adorno,
algo poco gustoso al tacto y al aliento.
A la hora de dormir, de abrazarlas,
de calmar en ocasiones
la soledad que sienten aunque tú estés cerca,
ese frío que se cuela por el lado
opuesto de la cama...
A la hora de dormir -decía-
quiero la consistencia,
lo rotundo en las formas y huyo
de las modas y de los consejos
de médicos y naturistas.
A la mía, por ejemplo, la adoro tal y como es,
con ciertos altibajos y sus imperfecciones.
Podría decirse que ya estamos hechos
el uno para el otro...
Y no crean que es fácil
elegir una almohada.
©Santiago Pérez Merlo
Precioso y lo leí completo hasta resolverse el misterio jaja. Asi que bien escrito no, pa morirseee!! Enhoranuena. Abrazos Santiago
ResponderEliminarCuanto ingenio!!!Sorprendente.¡Como juegas con el lector!. Muy inteligente...
ResponderEliminarSantiago, me encantan estos poemas con doble sentido y los finales que provocan una sonrisa. Me gusta mucho!
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