Tareas domésticas

Conviene cada día
ventilar el dormitorio
para que no se queden
pegados en la almohada
los sueños ni las pesadillas.
Los sueños, si se repiten,
pierden parte de su magia
y las pesadillas… quién
quiere que se repitan.
También es conveniente
remover a menudo
las pelusas
de los rincones del alma
y los pasillos
y baldear estancias y recuerdos
para que el polvo
no se acumule y haga costra.

Además, soy partidario,
aunque ya no se lleve,
de aplicar la plancha
a la ropa y los amores.
Quizá la arruga es bella
cuando cada surco
de un rostro atesora
pasados y vivencias,
pero las camisas
y los enamoramientos
conviene que conserven el apresto
para que alguien le haga
arrugas nuevas.

También, aunque sea cada más tiempo,
hay que limpiar los cristales
de las ventanas para ver
amanecer cada mañana
y los de las gafas de muy cerca,
las de mirarnos a los ojos.

Incluso, si me apuran,
hay que blanquear las juntas
del alicatado 
con el que salimos a la calle,
la coraza impermeable
que protege del frío
de la vida real…
Ahí, en esas juntas estrechas,
las que cosen una a otra
las baldosas de las emociones,
se acumula mucha mierda.

©Santiago Pérez Merlo

3 comentarios:

  1. Sublime, Santiago!!! Cómo es posible impregnar de poesia pura las tareas mas cotidianas y vulgares de cada día???. Cómo me gusta tu estilo!!!

    ResponderEliminar
  2. Magnifico Santiago . Un beso. Enhorabuena.

    ResponderEliminar
  3. Su maravillosa forma de poner en verso lo cotidiano..!!

    ResponderEliminar