Está claro que quizá sin querer
pero me he convertido en una más
de tus obligaciones cotidianas.
En una de esas cosas que no hace falta ya
apuntar en la agenda tipo “llamar a
Santi”
lo mismo que no apuntas comprar el pan a
diario
o pasar a comprobar qué tal está tu
madre.
Hablamos como todo el mundo
(“qué tal el día en el trabajo,
está mejor tu hija de la lesión de ayer
o qué vas a poner de cena hoy”)
y no es que no me guste, entiéndeme,
pero se me hace extraña tanta
complicidad matrimonial
después de tan extraño matrimonio.
Porque en el fondo ¿qué somos nosotros?
¿Somos novios, amantes
esporádicos, amigos con derecho
a roce?
Ya, ya lo sé, ya… que dijimos también
que nada de etiquetas pero entonces,
¿qué hago con la tuya del sujetador
que tengo entre los dientes?
que tengo entre los dientes?
©Santiago Pérez Merlo
En tu línea Santiago, un final sorprendente, inesperado q te provoca una sonrisa espontánea... me ha gustado!!!
ResponderEliminarGenial, divertido, realista...¡¡¡¡Me gusta!!!
ResponderEliminarSon, ahora, las etiquetas mayor que muchas prendas. Cuando has visto la "composición" y las "instrucciones de lavado"...tijerazo y tentetieso. Fuera etiquetas!
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