No tengas miedo, no son muchas.
Y no son como las de Julia (¡qué más quisiera!).
No pretendo escribirte
otro poema “de autoayuda”,
ni conminarte a crecer ni a ser feliz…
La primera, “responsabilidad”:
No es sólo (aunque también)
que no pierdas paraguas ni guantes ni
relojes;
lo que quiero decirte es que aprendas
-cuanto antes-
a ser la responsable de tus actos.
Para lo bueno
y para lo malo. Todo
lo que está en tu mano
hacer o dejar a medias,
hazlo con “cuidado y atención”,
como aconseja el diccionario.
Una más: “independencia”.
En el mejor de los sentidos
de la palabreja: decide por ti. Decide
incluso de quién quieres depender
y para qué,
llegado el caso.
“Autonomía”:
No es malo compartir la vida,
las risas, los llantos,
las obligaciones… Pero siempre
porque tú lo elijas.
Cuanto más sepas hacer por ti,
cuanto menos necesites
de los demás… ¡Ojo!
No significa que no pidas ayuda
ni mucho menos que lo sepas todo,
pero mejor cuanto más puedas
valerte por ti misma.
Dejo para el final “honestidad”:
con todos y con todo,
pero contigo misma lo primero.
Y por supuesto
“felicidad” y “amor” y “sé tú misma”.
Y “vuela”: alto, bajo o como quieras
pero sólo al dictado
de tus propias alas.
Y no te rindas
nunca ni te pares
junto al camino
y nunca digas…
Y ya lo he vuelto a hacer,
maldita sea.
maldita sea.
©Santiago Pérez Merlo
Sinceramente Santiago. Opinar de éste poema ,no me es fàcil. No tuve la suerte de tener a mis padres, en lo afectivo, desde niña y me emocioné. Una belleza de texto y otra..de padre. Enhorabuena.
ResponderEliminarY sombra la de un buen padre. Amén.
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