Disolución de gananciales

Hoy creo que quererte
fue sólo contratar una hipoteca
a plazo fijo,
sin aparente fecha de amor-
tización
y teniendo como cláusula cielo
el hogar que no tuvimos. O lo tuvimos
los primeros años,
esos en los que devuelves sobre todo
el interés que ya traías acordado
y firmado ante notario.

Pero cuando mes a mes, cuota tras cuota,
lo que aumenta es el pago de la vivienda en sí,
de la rutina, de la convivencia, de la deuda
contraída y aplazada,
es cuando descubrimos que sí,
que había cláusulas y suelo
sobre el que desplomarse.
Fin del proindiviso, disolución
de gananciales y "a partir las peras"
(feliz metáfora la de la abuela).
Desahucio del corazón y vida en venta.
Y "una y no más" y "buey suelto bien se lame"
(gracias de nuevo, abuela)
y "como fuera de casa en ninguna parte".
Y aunque somos, lo dijo el arcipreste
de Hita poco más
que otro animal de cueva,
mejor irse de okupa, buscar un alquiler
poco exigente o los bajos de un puente
sin riesgo de crecida
que acercarse si quiera a una agencia

ni matrimonial ni inmobiliaria.

©Santiago Pérez Merlo



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