¿Otoño?

Oigo la lluvia repicar en el alero,
miro las hojas volar por las aceras
y no les veo la poesía 
ni la gracia.
A estas alturas,
qué quieren que les diga,
prefiero el tibio sol y la templanza 
a las ciclogénesis y las tormentas.
Que conste que no me quejo,
como no me quejaba 
con los cuarenta 
grados a la sombra 
del último verano.
El clima no me afecta.
El calor y el frío
que me importan 
son los que van por dentro.
Lo demás, 
elementos ajenos
que uno combate 
sin apenas esfuerzo:
como quien manda torres,
alfiles o a su reina 
a devorar peones…
Perdió el verano la poesía
cuando nació el aire acondicionado.
Y la lluvia de otoño 
el ritmo de los versos
cuando algún cretino 
se inventó el paraguas
y ya no hay aguacero 
que te cale por dentro.

©Santiago Pérez Merlo

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