Francisco de Goya. La gallina ciega. |
Te vendan los ojos o te ponen
una capucha en la cabeza.
Te dan unas cuantas vueltas,
girando sobre ti mismo.
Y te sueltan.
Y tú, con los brazos extendidos,
andando como un muerto viviente
de película de serie B,
medio mareado y desorientado,
magullándote las canillas
contra cada mueble,
tratas de encontrar
alguien a quien asirte.
Cuando por fin lo encuentras,
sólo puedes tocar por encima
(en algunas culturas creo que se permiten
tres o cuatro preguntas).
Tienes que adivinar de quién se trata
y quitarte la venda.
Si acertaste, ganas. O eso dicen.
Pero si pierdes,
vuelta a empezar.
Y desde cero.
Lo llaman “la gallina ciega”
sin que se sepamos la culpa
de las aves de corral…
“Encuentra al amor de tu vida”
les pareció excesivo para un juego.
©Santiago Pérez Merlo
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