Lumis, rabizas y colipoterras,
en la Casa de Campo;
chaperos, travestidos y “rarezas”,
en Capitán Haya y aledaños
(consulte sin compromiso
para otras ciudades
and “beware of the police”);
curas santurrones,
meapilas de sacristía
después de misa de doce,
en la Parroquia;
monjas sin clausura
ni ropa interior,
alguna queda
en secretos conventos;
poetastros, juntaletras
y vocingleros,
antes de la partida,
en el casino,
y en Jam Session
los jueves a las once;
ligones de barra
y macarras de ocasión
con polo de marca arremangado,
en los ambientes “top” acostumbrados;
calientabraguetas y modosas
en probadores de Zara y Mango,
al fondo a la derecha;
chonis ilustradas y barriobajeros
de la antigua escuela,
en el descampado habitual;
cotillonas de visillo y poca prisa,
en la plaza al refrescar
y detrás de las cortinas;
futboleros, razonables,
abecedarios y paisanos,
lectores irredentos
de “Murakaki”
y gafapastas todos,
mentirosos de tarot
y mensajes no siempre privados,
antisistemas de sofá y batín caliente,
gentes de buen corazón,
(que alguna queda):
en Facebook y similares
24 horas al día,
7 días a la semana con sus noches
(366 días en bisiesto).
Sospecho que lo sabían,
pero las “redes sociales”
se inventaron hace tiempo…
©Santiago Pérez Merlo
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