Al poco de conocernos,
como si fuera la bruja de algún cuento,
me dijo: "en mi última noche me acostaré contigo".
No se iba a morir (hubiera sido al menos más poético).
Solamente acababa su viaje de estudios
o su beca en aquel departamento
en el que trabajaban mis amigos.
No recuerdo.
A duras penas he recordado su nombre.
Y cumplió su promesa.
Esa noche yo me dejé llevar
y la dejé beber y yo bebí
hasta estar lo bastante serenos
para escribir el cuento.
No recuerdo el final memorable
de otras grandes historias...
Supongo que fue un cuento normal,
de andar por casa.
Con todo, lo peor fue que al día siguiente
aún estaba allí
esperando
no sé qué otro desenlace
que ya no podía ser.
Incluso quiso
prepararme el desayuno.
Y no quedaban perdices.
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