Lo había visto en el cine
y en los veladores de los cafés
(los poetas nunca ocupan “mesas de bares”)
y en los bancos en penumbra de los parques
(los poetas no se sientan al sol en piedras de descampados
urbanos)…
Y me compré uno de esos cuadernos
de tapa de hule,
color sombrío y marca impronunciable.
Y me compré una de esas plumas
de plumín de oro y caperuza a rosca
(los poetas no usan libretas ni bolis).
Y para completarlo, tiré mis cigarrillos
Y me siento en los cafés
y me pierdo en los bosques y los parques.
Y tengo un Moleskine, una Mont Blanc
y una pipa Peterson arenada.
Y ni un solo poema.
©Santiago Pérez Merlo
Y ni un solo poema.
©Santiago Pérez Merlo
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